Sentados en un bar de Villa Devoto, y con una mortadela y una cerveza de por medio nos olvidamos del grabador para intercambiar interesantes conceptos futbolísticos y anécdotas por demás.
Como sabrán, Ludueña es un futbolista retirado con un récord que pocos podrían exhibir: 111 partidos en primera, 25 tarjetas amarillas y 37 rojas; tres pases gol, dos tiros en el palo y uno que se fue a 20 centímetros del travesaño. El único tanto lo convirtió en su despedida, de penal, no si antes haber errado otro.
Salió una vez en la tapa de "El Gráfico", símil GENTE del ambiente futbolero, al cual aspiran muchos, pero pocos lo logran. Nos cuenta Eber respecto a lo anterior: "Fue en 1981, en el número 12.784. A simple vista no se ve, pero si prestan atención verán mi oreja y parte de mi melena asomando atrás de la cara de Víctor Marchetti, que festeja su gol".
"Me gusta Bretto. Me veo a mí mismo en mis épocas de gloria. En el fútbol argentino se valora poco al 4. Y a este pibe lo veo bien, es el que más me gusta. Me animaría a decirte que si la selección es Mascherano + 10, al Cerro Paceño lo veo como Bretto + 10. Tiene todas las características que yo poseía. El estilo de juego es el de un 4 pesado, pegado al lateral derecho, difícil de pasar, áspero; en definitiva, un 4 tímido, con poca proyección." Y sigue Eber: "El otro día, sintonicé mientras viajaba en mi Renault 12 una FM de José C. Paz. Estaba Bretto contando que el fútbol había marcado su vida. Y me sentí identificado. Cuando yo era chiquito, jugaba con mi pequeño perro en el patio de mi casa paterna. Un día, el pichicho me hizo un pique corto, me ganó la posición y se quedó con la pelotita de goma. Yo, que venía en velocidad para rechazar, lo emboqué en medio del tórax... fue fatal". Eber me esquiva la mirada. Ése férreo defensor que supo lesionar a decenas de rivales, también es un hombre sensible.
También criticó la campaña iniciada por la página de La Providencia, para dar a conocer a un jugador paceño en el ámbito internacional: "Entré el martes pasado para ver el resultado del equipo por el torneo, y me sentí totalmente indignado al verlo a Caruso en la página principal. Me habían llegado rumores de que el organizador del torneo, Bello, formaba parte del grupo Clarín, y que este grupo monopólico había adquirido el 50% del pase del jugador. Fue ahí, cuando me di cuenta que era verdad y me asustó mucho la movida que se hizo para poder ubicar al jugador en el exterior. No quiero que se vaya". Ahí surge la pregunta sobre su desembarco en el Lecce de Italia, donde sólo jugó dos semanas por esas cosas de la vida. "Mi desembarco en el exterior fue casi por casualidad, como las grandes cosas en la vida. Sucedió que el Lecce compró a Gonzalito, un puntero hábil y escurridizo que jugaba conmigo en Douglas. Pagaron por él 1.996.000 liras. Y había que mandarles el vuelto. En la secretaría del club no había un mango. Mucho menos había liras. Así fue que me enviaron a mí, a modo de vuelto de la operación. Costé 4.000 liras. Jugué un partido y la mitad de otro hasta que partí al medio al ídolo del Dinamo de Kiev en un amistoso. "
La charla sigue durante algunos minutos más. Pero la misma se ve interrumpida. Éber se debe ir. A trabajar, según me cuenta. "Tengo que ir a la Asociación Ayuda a Víctimas de Vicente Pernía, Mostaza Merlo, Américo Gallego y Eber Ludueña. Damos ayuda psicológica y médica para soportar las secuelas del juego brusco que practicábamos."
Así que así, se despide. Fugaz y simpático. Como su paso por el fútbol.
Joaquín S.
No hay comentarios:
Publicar un comentario