El C.A Cerro Paceño fue fundado durante la década del 40’ en circunstancias poco claras; sin testigos y prácticamente sin afiliados. Corría el año 1945, la guerra había terminado y el general Perón hacía sus primeras armas en la política nacional. Quizá fue esta doctrina, la peronista, la que impulsó a José y a Clemente Paz, 2 guerrilleros del oeste bonaerense, a proponer la fusión futbolístico-ideológica.
Pero sin que la escuadra pueda disputar partido alguno, el Cerro Paceño quedó congelado en la historia. Una serie de golpes militares tornaron la residencia de la izquierda en la argentina incierta y sus fundadores fueron reclutados por la unión soviética para alistarse en las tropas stalinistas. Cuentan viejos de la época que la vocación fundadora de los próceres Paceños no se detuvo allí: para el inicio de los 70’ habían dado vida al “Cerrok Pacenin”, flamante grupo combativo e integrante de la liga soviética de lacrosse, en las orillas del Volga.
Mucho tiempo tuvo que pasar, mucha agua correr debajo del puente para que el celeste y blanco paceño resurja. 50 años de oscurantismo, mentiras e infamia sucedieron a la creación. Todo parecía acabar, prematuramente, en el inevitable destino: el olvido.
Llegaba el año 2008 cuando un caudillo del litoral sanmiguelense, el ya coronel Masera, desempolvaba los ideales de José y Clemente; la justicia social, igualdad de oportunidades y también refundaba el rebuscado concepto de ver el fútbol como una lucha de clases.
No tardó el joven Masera en convocar una multitud en G. campos y Altube, que marchó hasta la municipalidad del distrito como una turba iracunda y prendió fuego al intendente. En medio de la hecatombe se reconocía la siguiente consigna:”socialismo y pelotazo cruzado”.
Cabe destacar a los líderes de masa que acompañaron a Masera: El teniente Piñeiro, el cabo Bayá y “el mierda caironi”, más conocido como el “gaucho embustero”. Estos personajes, tan carismáticos como nefastos a la hora de dar el ejemplo a los más chicos, jugaron un papel preponderante con las armas, y posteriormente, con la pelota.
Ya tomado el palacio de mando, fueron convocados el almirante “Caruso”, famoso pirata de las aguas inglesas, y “el inca” Diorio, fiel seguidor y pariente directo de Simón Bolivar. La llamada “garra paceña” iba tomando forma en medio de guerras y partidos amistosos. Ni bien se estabilizaron algunas cuestiones de supervivencia esenciales se constituyó el estatuto paceño. Éste era realmente impreciso, contenía palabras en varios idiomas (la mayoría inventadas), grandes faltas de ortografía, tachones y artículos que contradecían sentencias anteriores. Sin embargo, se lograron traducir algunos fragmentos bastante interesantes.
“…es inherente al hombre (tampoco le queda otra), tanto en el futbol como en la vida, hacer las cosas en equipo. Es decir, lograr una organización y una división del trabajo para conseguir un fin común: un campeonato, la supervivencia. Pero esta división conlleva, inevitablemente, a una jerarquización: No todos pueden hacer el mismo trabajo, hay trabajos mejores que otros, hay responsabilidades mayores que otras, hay recompensas distintas. Si a ésto le sumamos las ideas de propiedad privada y de libre albedrío no es raro caer en el error de justificar así a las leyes del mercado, la especulación financiera, la desigualdad creciente, la pobreza como consecuencia de la riqueza, la resignación ante el egoísmo. Pero nos estaríamos olvidando que previamente a esta diferencia de recompensas hubo que hacer una división del trabajo. En esta división, como se dijo, no pueden hacer todos lo mismo, algunos recibirán trabajos más trascendentales que otros. El error consiste en creer que al ser más trascendentales son más importantes. Es axioma de este ensayo que todos los elementos del equipo son igual de importantes. (Emergido de cuestiones filosóficas y existenciales por demás lógicas, que se tratarán en el anexo A). Es lo mismo que falte uno a que falte otro para que las tareas no se lleven a cavo con efectividad. Es decir, que hay una simbiosis laboral, hija del grupo y la división, donde todos dependen de todos. De esta manera, un 9 no podría hacer goles y salir en los diarios sin que alguien juegue de 4. Una empresa no puede generar ganancias si no existen obreros….”
Entrados en la página 1535 observamos que el redactor cae, quizá víctima del cansancio por las batallas, quizá por voluntad de la junta, en un romanticismo político-militar: deja de lado la retórica y paulatinamente se va desencajando...
“…Un equipo está constituido por una variedad de integrantes con características distintas, que para llegar a un resultado tiene que lograr una efectiva repartición de actividades. A partir de esta base, sería mucho más lógico valorar y recompensar a quién tiene la humildad suficiente para jugar de 3, sacrificándose mientras otro consigue mejores recompensas a partir de su labor, con una resignación heroica, casual o determinista, que discriminarlo. Entonces, para funcionar de esta manera, un equipo de futbol -la humanidad- debería tener como estandarte la solidaridad, la inclusión y no el egoísmo y la marginación...”
“…Ahondando en las justificaciones anteriores va tomando forma el Fascismo; adjudicar la culpa de males vividos a personas, sólo por pertenecer a un subgrupo. Por lo expuesto arriba, afirmamos que de ese grupo discriminado también se depende. El silogismo no admite otro corolario: éste es el acto de hipocresía supremo…”
Llegando al final, las páginas se van borroneando por las lágrimas producto de la emoción, o de quién sabe qué fluido derramado. El triunfo de la guerrilla se hacía realidad y la redacción tomaba un tono épico.
“…las diferencias están marcadas. Es menester de esta junta dejar en claro estos principios básicos de funcionamiento. La forma en la que esta guerrilla se enfrentará al sistema opresor, partido tras partido, será con la solidaridad y la amistad como medio y a la vez como objetivo. De esta manera siempre ganaremos. Y si no, si es inevitable que la eficiencia de un sistema injusto triunfe, caigamos de pie, que en eso consiste el fútbol, y también la vida…”
Hay quienes aseguran que estas historias no solo son exageradas sino que nunca existieron. Pero consta un grupo de personas que cree firmemente en estas ideas y propone pelear por ellas hasta la muerte. Es imposible no preguntarse: ¿Será ésta una milicia guerrillera que genere la revolución, el cambio de mentalidad en el mundo y mantenga vivos los ideales más nobles?, o ¿sólo será un equipo de futbol amateur? Lo sabremos el próximo campeonato.
Anónimo